martes, 16 de septiembre de 2008

OCHENTA POETAS, POCO PARA UNA ANTOLOGÍA


Por José Luis Ayala

En realidad, yo no debería intervenir en las abundantes, lúcidas y oportunas observaciones en relación a un malhadado texto de poesía publicado en Juliaca. No, porque habiendo sido honorablemente excluido, podría aparecer como si ese hecho me doliera y me sentiría como un desterrado del Parnaso puneño.
No es así, todo tiene su explicación y su tiempo histórico. Eso ha sucedido en casos de diletantes no fueron tomados en cuenta en antologías aldeanas, locales, menos en antologías peruanas ni latinoamericanas. Ese no es mi caso, como todos los puneños de buena fe saben y conocen mi conducta pública como escritor, mi obra literaria y valores éticos, a mí no me alcanza una exclusión aldeana.
En mi caso, la situación es distinta. Sin embargo, creo necesario explicar, debido a la invitación que se me cursa, del porqué de mi separación honorable (de lo que estoy agradecido), del texto original que tengo a la mano. Todo obedece sin duda a mis opiniones vertidas hace tiempo, pero sobre todo a mis severas opiniones en un prólogo que escribí para el libro de Rudy Frisancho y además, a mis observaciones a una desmedida como arbitraria “selección de poetas”.
Pero, sobre todo, a mi silenciosa negación de escribir “una opinión” para el texto. No es la primera vez que me sucede esto, me he ganado enemigos gratuitos, debido a que algunas veces no escribí prólogos para libros, que a mi criterio, no tenían trascendencia local. En efecto, suscribí un prólogo con el título: “El tiempo y la poesía en un libro que la lluvia no borrará”, para un texto de poesía de corte vanguardista cuyo autor es Rudy Frisancho Gallegos. Sin embargo, transcurrido casi un año, el libro no se ha publicado y desde entonces, he soportado referencias nada gratas como indirectas, ahora entiendo por qué.
El caso es que todo cuanto escribí no solo se ha cumplido, sino que además han conseguido exacerbar los ánimos, lograra un desencuentro de poetas, ahondar esa inútil rivalidad entre jóvenes y viejos, tratar de desvalorizar a poetas cuya obra ha trascendido el ámbito provinciano.
Hoy más que nunca, no me arrepiento haber escrito en una parte del prólogo: “Y es mejor decirle públicamente a Rudy Frisancho que no haga caso al Chiavetero de la literatura regional, al Pedro Navaja de la poesía, al Chayrero de la frustración y la amargura. Menos aún al Cogotero de rostro siniestro de la literatura andina, al aeda que odia a la lluvia porque quiso lavar su ropa, al premio novel de la asquerosidad, al antólogo de la miasma, a la inmundicia en persona (creación de Vargas Llosa). Tiene que escuchar sólo a quienes hayan escrito mejor y tengan ética y moral pública indiscutibles. No debe prestar oídos a desconocidos, a celebérrimos ebrios dominicales, a escritorzuelos que tratan de ocupar un espacio manchando nombres, con alcohólicos eructos de borracheras pueblerinas intrascendentes”.
Por lo que sé hasta ahora, Rudy Frisancho no ha publicado su libro y no sé si lo hará en el futuro; no creo, yo no voy a insistir en ese tema porque escapa a mi ámbito personal.
El otro hecho es que poseo los originales de un texto titulado: “Seductores de la luna de otros equinoccios”. Estudios sobre poesía puneña. Escritos I. Grupo Editorial “Hijos de la lluvia”, cuyo autor es Wálter L. Bedregal Paz.
Para terminar esta parte, el prólogo al libro de Frisancho además decía: “Lo saludo y celebro su presencia en el parnaso donde pocos son los elegidos y muchos los que de todos modos quieren entrar. Yo no tengo el sentimiento del bien limitado, no me incomoda la presencia de nuevos intelectuales ni escritores. Al contrario, sé que cada uno trae su propia voz y sus libros se defienden solos. Me alegra mucho más porque con él se renueva la esperanza de morir, una tarde de un lunes sin lluvia, sabiendo que la vanguardia continuará viva”.

Epígrafe en aymara y fecha:
Lima, aka millasiña marrana, sinti llakisiñakaw purintu, 21 de agosto del 2007.
En Lima, en esta asquerosa ciudad ahora que me asalta tanta tristeza.

El texto donde nadie falta porque el autor no es nadie en la Literatura Peruana, tiene un total de 506 páginas. El antólogo desde ahora será llamado Nadie, se presentó a mi casa y pidió que le ayudará a conseguir un presupuesto en la Editorial San Marcos, cuyo gerente general es Aníbal paredes Galván. Una vez conseguido el documento con cifras y viendo que era ventajoso, se me entregó el mamotreto para que escribiera una especie de “comentario general”, por lo que me permití señalar que había una exuberancia y superabundancia de personas y no poetas. Podría copiar nombres de los antologazos, pero bastaría decir que “la rigurosa selección” llega a la monumental cifra de ochenta poetas. Sí, sí es verdad a ochenta poetas, juliaqueños y residentes en Juliaca. Ni en Europa por ser un continente tan antiguo, tiene tantos poetas. Esa fue mi observación y tuve razón. Entonces, no escribí nada de nada y en buena hora.
Ahora estoy absolutamente convencido de que, con el paso del tiempo, en el fondo de la memoria social de los puneños, en los balances académicos y ajustes del tiempo literario que harán las nuevas generaciones, mis juicios pesarán más que el texto de Bedregal. Lo siento pero es así.
Lamentablemente no me equivoqué y no estoy resentido ni amargado. Al contrario, la reacción ha sido tan unánime que agradezco la exclusión y es un honor estar al lado de los, también, excluidos Luis de Rodrigo y Gamaliel Churata. Sin embargo, me veo en la obligación moral de afirmar que esta clase de acciones negativas, tienen por objeto causar un malestar en vez de contribuir a la cultura puneña, ocupan un espacio por un tiempo efímero pero no quedarán. Acompaño textos como prueba de mis afirmaciones.
Lima, 17 de junio del 2008.