sábado, 29 de diciembre de 2007

Poesía puneña de Fin de Siglo

Por Elias Yapura

A fines del siglo pasado, varios jóvenes comenzaron a llenar un vacío generacional en la literatura puneña: Walter Quispe, Edwin Ticona, Luis Pacho, Gabriel Apaza, Fidel Mendoza, Hugo Lipa, Mario Mayhua, Eddy Sayritúpac, Miguel Sucari, René Apaza, Simón Rodríguez, Hugo Lipa, entre otros, publicaron, se emborracharon, leyeron poesía y dejaron algunos textos memorables. Ahora algunos han pasado al “retiro”. Pero es mejor no ayudarlos en sus intentos de cubrirse de olvido.

Nuestro propósito es acercarnos a este grupo desde una lectura que lo interprete en función del complejo momento social en el que se desenvolvió. Para desarrollar nuestro objetivo usaremos fundamentalmente como sustento teórico una reflexión de Martín Hopenhayn.

Efectivamente, en un ensayo de 1998 Hopenhayn sostiene que «la modernización-en-globalización tiende a la des-identidad, a la des-habitación, a des-singularizar a sus habitantes». Esto, sumado a la falta de proyectos colectivos y de movilización política, hace que «la pertenencia orgánica a un movimiento neotribal o de valores fuertes [sirva] como estrategia de identidad social para millones de jóvenes huérfanos de un relato integrador».

La propia sensibilidad light (ligera en tanto no comprometida), impuesta por el mercado transnacional globalizador en los noventa, choca con el «descontento social» y coexiste (sin posibilidad de disolución) con los jóvenes populares urbanos y «duros» de nuestras sociedades, quienes desde su «crisis de expectativas» difícilmente aceptan «la suave cadencia de la postmodernidad».

Ante las escasas posibilidades de acceder con éxito a «los beneficios del progreso», no es de ningún modo casual que «tanto la violencia política como la violencia delictiva» (de causas o motivaciones distintas) tengan a «jóvenes desempleados o mal empleados por protagonistas».

Pero significativamente, la violencia política y la delincuencial no son un síntoma a destacar dentro de la propuesta (vital o literaria) del grupo generacionl que conforma la Poesía puneña de Fin de siglo. Éste se movió más bien en un periodo de tránsito (en zona lírica y política) marcado por el desencanto, con cierta excepción de Simón Rodríguez), la angustia y también la abierta desesperación y búsqueda de la muerte. Se trataría más bien de una agrupación signada por la violencia sistémica de la sociedad en la que se desenvolvió.

En efecto, recordemos que este movimiento literario apareció en los primeros años de los noventa en uno de los espacios educativos más prestigiosos al interior de nuestro país: la «ciudad letrada» de Puno y cuando significativamente en el que, como comentaría sólo un año después de aquel setiembre (captura de Abimael) José Joaquín Brunner, «[l]a violencia utópica [...] recorre su último sendero luminoso, reducto ya del pasado aunque su bandera suele flamear todavía en el mástil más alto» (1994: 82).

En el mismo año, es decir en 1992, en el Perú ocurrirían dos hechos decisivos que de por sí dejarían en el pasado esa violencia utópica que señala Brunner: en primer lugar el autogolpe del 5 de abril de Alberto Fujimori (presidente en el periodo 1990-2000), con el que daría inicio a su nefasta y corrupta dictadura cívico-militar de ocho años; y, dentro de este clima de autoritarismo y represión, la captura, el 12 de setiembre, del líder senderista Abimael Guzmán Reynoso. Precisamente, este periodo de la historia puneña que va entre 1990 y 1992-3 es el de los años en los que lleva a cabo sus primeras actividades en el plano cultural la Generación de la Poesía puneña de Fin de Siglo. Años que median entre el final del periodo llamado de la violencia política (1980-1992) y el inicio de la dictadura fujimorista (1992-2000), acontecimientos que están en consonancia con la mencionada violencia sistémica.

La pregunta de ahora es: ¿cómo fue posible una reunión heteróclita trascendiera los muros de pequeños talleres, universidad y ciudades dispares? Si los ahora jóvenes o los eternos ancianos de la poesía miraran lo que era 1990 respecto a la alicaída situación cultural comprenderán qué existió en esos diez (tal vez más) jóvenes amantes incondicionales de la poesía para (contra lo que los nuevos tiempos «postmodernos» mandaban) abrir sus impecables soledades y compartir (en universidades, calles, bibliotecas, bares) el fuego secreto de la palabra.

La reunión heteróclita (irregular, extraña y fuera de orden), de vínculos laxos e informales, fue posible debido a que estos «jóvenes amantes incondicionales de la poesía» compartían una misma estructura de sentimiento (Williams 128-35) a tono con los nuevos modos de conciencia y sensibilidad que emergieron de estos puntos políticos y sociales de transición y sangrienta intersección (mal totalitario y mal autoritario), donde evidentemente el factor de la violencia sigue siendo central; factor que no impidió a sus integrantes abrir sus «impecables soledades» (conocida frase del poeta Luis Hernández) y compartir «el fuego secreto de la palabra».

Ahora, si bien es cierto que los años siguientes de la década del noventa en líneas generales cancelan esa violencia utópica senderista, otro tipo de violencia cobraría auge: la violencia social de corte urbano-juvenil y la lumpenización de grandes sectores de la población suburbana (en consonancia con la verdadera lumpenización ética y moral en las altas esferas del fujimorato).

Estos años corren paralelos a la instalación del proyecto neoliberal fujimorista, con su política de privatización de los bienes nacionales en favor de los capitales extranjeros, y a la feroz corrupción y robos millonarios a través de estas mismas ventas. En ese sentido, el balbuceo neotribal no deja de dar cuenta de su comprensión a las primeras manifestaciones de este proceso político.

De ahí que, en clara muestra de lucidez y de rechazo contra este proyecto dictatorial, los jóvenes poetas del Perú de ese entonces hicieran propio el título «generación de los no-ventas», denominación que señala a su vez su posición de atrincheramiento contra dicho programa.

En síntesis, toda la generación noventera del Perú se desenvolvería en medio de dos de los cuatro modos del Mal político que señala Zizek: «el Mal totalitario 'idealista', llevado a cabo con las mejores intenciones (el terror revolucionario) [y el] Mal autoritario, cuyo objetivo es el poder y la simple corrupción (sin otros objetivos más elevados)».

En el caso de Puno ese movimiento estuvo integrado principalmente por poetas todos ellos puneños de generación nativa (la mayoría de los apellidos son indígenas) y provenientes tanto de una clase trabajadora emergente como de una pequeña burguesía empobrecida por sucesivas crisis, y que no renunciaban a sus aspiraciones de ascenso social y de progreso.

El grupo no llegó a publicar una revista propia, y dentro de la escena cultural se caracterizó fundamentalmente por la realización de recitales de poesía con un carácter juvenil y contracultural, publicación de plaquetas y participación en concursos lo que les significó «la posibilidad de generar un espacio propio, en un medio percibido como cerrado»

Hopenhayn (30-1), señala cómo en un «contexto de exclusión» existe la tendencia a buscar «identidades grupales», que se fusionan en «intersticios y márgenes», para «revestir la naturaleza del sistema por los bordes, los huecos, las transgresiones cómplices y casi tribales».

La exclusión llega a convertirse «en trasgresión, en espasmo» y en impugnación a la «racionalización de la vida moderna». Se busca una «salida [pulsional] del cauce», en la que «la desmesura» busca aliviar el esfuerzo que implica contenerse «en una imagen funcional del yo». El resultado de estas pulsiones es la constitución de «identidades frágiles, fugaces, cambiantes» («una manera de experimentar visiones»). En ese contexto social se entiende a la Generación de la Poesía puneña de Fin de Siglo.

martes, 25 de diciembre de 2007

Oración de Navidad

Señor ten piedad de mí.
Has que todos olviden mis plagios y mis berrinches.
Recuerda que soy humano.
Prometo que cambiaré, señor.
Has que gane, así como en la anterior votación.
(Hecho a tu imagen y semejanza, soy
el más guapo de todos, sólo mírame)
Que mis amigos sientan envidia hasta morirse y exista sólo yo.
Has que mi rabia caiga sobre ellos,
que abra zanjas oscuras en sus feos rostros.
Que todas las mujeres vengan a mí,
incluso las gringas de Henry y la del tío Coco.
Que todos me alaben como a ti, Señor.
Si tú no eres capaz de eso, Señor,
juro que recurriré al mismo diablo,
y haré que el infierno vierta sus lenguas de fuego
sobre ellos, incluido Walter.

Que me edifiquen un templo,
porque sé que un día seré canonizado,
por tu única iglesia apostólica y romana.
Has que mi lengua y mis poses se parezcan a la de Omar y Ayala.
Ellos serán mis apóstoles.
Pero por favor, señor, infesta a Puno
con el virus del alzheimer para que todos
olviden mis plagios.

(Señor, en Reyes, te dedicaré otra oración. Estate atento)

Devotamente: San Garambel.

La lista negra

el cahorro dientes de sable dijo...

¿Quién será el tan mentado cazador de esfinges? Después de algunas pesquisas carnívoras, esta es la PRIMERA LISTA DE SOSPECHOSOS:

APAZA.- Defectuoso ejemplar de francotirador pirateado por los mercachifles juliaqueños. Usa su bilis como tintero. Publicó “Apoplejía (La duda de la Lucecita o sus resentimientos deshojados)”. Su odio contra Garambel requiere ser tratado en el Larco Herrera.

BEDOYA.- Moqueguano de origen, pelele de segunda mano remendado en alguna sastrería informal del villorrio calcetero. Piensa con el hígado; tiene el cerebro atrofiado por la falta de uso. Publicó “Jardines licenciosos”. Juró venganza eterna cuando Garambel se metió con su premio consuelo obtenido en el certamen de Choza Vieja.

PACHO.- Abigeo de pacotilla pasado al retiro, ejerció precozmente su oficio en las alturas de su natal Laraqueri. Compiló sus fechorías en “Geografía de la estancia”. Expía sus culpas en la dirección de la revista Pez de Floro. Su rencor de kajelo contra Garambel es más grande que su hacienda mal habida.

GARAMBEL.- (Ver su perfil clínico en el estudio zoótico publicado por el cazador de esfinges) Con tendencia a sentirse ofendido hasta por el vuelo de una mosca.

Lagrimea como un cocodrilo para mantener expectante a la chusma. Nada raro sería que su sed de trajearse como mártir lo haya impulsado a maquinar su propio auto atentado.

CHUQUI.- Pesadilla andante de la poesía puneña. Frankenstein Júnior adulterado en el centro comercial Nº 2. Este energúmeno es capaz de crucificar al mismísimo diablo con tal de alcanzar la gloria. Perdió el cetro de Mejor Poeta Joven ante Garambel, sufrió una crisis de rabia y, de tanto hervir, la bilis se le subió a la cabeza.


PAZ (O QUISPE).- Único acoreño que pisó Barcelona, le sacó brillo al báculo de Moby Dijk y folló con una catalana. Cree que su cetro de doctor es inalcanzable. Al ver que en su ausencia otros le arrebataron su sitial bien o mal ganado, su envidia venenosa (aunque llevada con heroico disimulo) es bien sabida. Su cercano competidor es Garambel. De día y bajo los efectos del alcohol, su amigo; en la soledad, su enemigo jurado.

CENTENO.- Magíster no graduado y jugadorazo de vocación. No hace mucho que la burocracia de la UNA lo incorporó como hijo HONORIS CAUSA. Se sabe que compartió andanzas literarias y académicas con Garambel, y éste, insolente que es, le sacó todo en cara. Juró venganza en uno de sus Talleres.

SOTO.- Crítico literario para sí y para estudiantes de academia preuniversitaria. Expulsado de Arequipa, y cobijado en los pañales polvorientos de Juliaca. Su condición de hijo pródigo de Puno, no es suficiente para ser considerado en una antología. Garambel no pretende incluirlo en la suya. Hará lo imposible, para que esto no se consuma.

continuará.......

martes, 18 de diciembre de 2007

Vota por el poeta jóven más simpático de Puno


Obviaremos sus nombres mientras tanto para que no hayan favoritismos.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Sobre Febrero Lujuria

POR JUAN L. VILLEGAS

Hace poco terminé de leer Febrero Lujuria (Matalamanga 2007) de Christian Reynoso. Me hubiera gustado poder terminarla antes, pero los constantes viajes me obligaron a dejar su lectura y una vez terminada, a posponer la redacción de este comentario. Lo primero que hay que aplaudir es el hecho mismo de publicar una novela por todo el esfuerzo que representa, más aún en un medio donde los lectores son cada vez más escasos y la mayoría siempre espera la versión pirata de cualquier publicación. Pero más allá de ello, que se aplica a cualquier texto publicado, hay elementos suficientes para comentarla.

La novela transcurre en Lago Grande, que no es otra ciudad que Puno, y describe los vaivenes de la celebración de la Fiesta de la Candelaria que “paraliza” de algún modo esta ciudad cada febrero. Algunos amantes de la fiesta, otros extranjeros llamados como “foráneos” son algunos protagonistas de la novela. Y su sello es lo que el autor llama con insistencia como el “desenfreno” vivido en la celebración, para reafirmar, también insistentemente, “que así es como tiene que ser y que para eso es la fiesta”.

Al leerla uno no puede dejar de pensar en lo mal que queda un texto, sea cual fuere, cuando tiene errores ortográficos y se pierde en vicios elementales como la cacofonía, silepsis o pleonasmos constantes. Lamentablemente esa es la primera deficiencia de la novela, que bien podría ser una cuestión de edición y cargarse esa responsabilidad a la casa editora (por algo ponen su nombre y su prestigio lo que hace suponer un mínimo de esfuerzo por hacer un trabajo aceptable, para no decir impecable, como en realidad debería de ser), pero siempre la primera responsabilidad es del que escribe.

En cuanto a los personajes da la sensación que no logran aterrizar en la historia. Un grupo de puneños que hablan linealmente, un argentino que se la pasa diciendo “sche” al final de cada frase, una francesa (que por como la presenta está en el límite de la estupidez o el retraso mental) que lo único que hace es sonreír y decir oui oui cuando termina de hablar, o el grupo de delincuentes que utilizan el mismo lenguaje que el cura, el presidente de la Federación Folklórica o que cualquier otro personaje que aparece a lo largo de sus líneas, no terminan ni siquiera por inducir que son quienes dicen que son y que pueden hacer lo que dicen que hacen. En sencillo: los personajes no convencen.

En la misma línea, y una de las cosas que creo está entre las más lamentables es la presencia del poeta Núñez, un personaje que tampoco logra articularse con la historia, a pesar que Reynoso busca constantemente que él sea el hilo conductor de las historias que se van entrecruzando. La novela hubiera perdido poco sin la presencia de Núñez, y Lago Grande tampoco se hubiera perdido de mucho.

De otro lado el texto se pierde en explicaciones de lo que sucede o de lo que piensan los personajes, como tratando de convencer que así es, lo que hace que el lector se sienta envuelto en lo que parece ser un ensayo o una columna de opinión. También hay en el texto la pretensión no lograda de interpretar, cual sociólogo, a la sociedad puneña. Asimismo, se dice mucho y con la misma pretensión anterior busca tener una mirada totalizadora, lo que es, según algunos críticos, uno de los problemas más comunes a superar entre los que están iniciando una carrera literaria.

En cuanto a los aciertos, encontramos en la redacción chispazos de buena narrativa que nos “regresa” o nos hace recordar que estamos leyendo una novela. Lo malo que esto se presenta por breves momentos que son interrumpidos por algunas de las falencias descritas anteriormente.

Definitivamente al autor le quedó grande el reto que escribir sobre la Festividad de la Virgen de la Candelaria. Queda claro que en este intento hubo más ganas que talento y que todavía los escritores puneños –los actuales- están en deuda. También queda claro que la literatura puneña está lejos de lo que solía ser y que las glorias literarias puneñas hoy son sólo un buen recuerdo.

Un amigo me dijo hace poco que no compra novelas de puneños porque no le gusta gastar su plata en cualquier cosa. No comparto esa idea, al contrario soy de los que piensan que en la literatura puneña se presentan elementos suficientes para pensar que podría volver al escenario nacional por la puerta grande, aunque para eso se está muy lejos y los caminos están siendo poco transitados. Yo recomiendo leer la novela para que cada uno se forme su opinión, no por el rollo del “apoya lo nuestro”, sino porque que la literatura, y toda forma de arte, nos hace mejores personas.

Mas sobre el tema

CINCO APUNTES PENULTIMOS SOBRE GARAMBEL

Felicito al cazador de esfinges. Su sesuda pluma me recuerda que todavía existe gente con talento en este altiplano como para no dejarse apatantallar por la verborrea de este escritorzuelo de quinta (JLVG). Voy a complementar algunas ideas respecto de él.

UNO
Si mi memoria no me traiciona, a este señor nadie lo recuerda en los 90’. Su paranoia descabellada le hace pensar que puede meterse por cualquier orificio (misma rata), a las ahora desabitadas praderas de los 90’.

DOS
Mi memoria también me dice que éste nunca alternó en ningún recital con los poetas de los 90’.

TRES
Decir que tiene un libro fantasma escrito en el 96’, francamente es para compadecerse o mandarlo directamente al manicomio. Ahora que recuerdo su chapa es “chinito loco”. (Yo por ejemplo guardo algunos poemas en un cuaderno de borrador de primaria de los años 78. Dr. Garambel ¿por eso pertenezco a la generación del 70’). Diga su ilustrísima.

CUATRO
Poetas de los noventa tendría que ser Paulo César. Más cerca todavía Tutacano, etc. Más talentosos y nada majaderos ¿no lo creen?

CINCO
Ese que firma como El discípulo, lo noto que es el mismo Garambel. El mismo que le ha tirado barro en este blog al Villegas y al Pacho, a los que antes rogaba y les tendía la franela para que le publiquen, como ahora hace con Walter. Señor discípulo (JLVG), el comentario del Cazador, no es apócrifo. Su aberrante bestiario en (OC-VC) y (G), es la radiografía de su cerebro. “Esas tristes alimañas son los símbolos zoóticos de su cerebro desquiciado”. Deje en paz a la literatura.

El francotirador.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Crítico crítico

el cazador de esfinges dijo...

EL BESTIARIO DEL DOCTOR (O LOS ELEMENTOS ZOÓTICOS EN LA POESÍA DE JOSÉ LUIS VELASQUEZ GARAMBEL)

UNO

Ungido por sus maestros como “el adelantado de su generación”, José Luis Velásquez Garambel (JLVG) pasea su soberbia por los grisáceas callejuelas de Puno. “Yo, el supremo” es la consigna que su estandarte arroja al viento. De sus incontables facetas, la de poeta tampoco le ha negado laureles a su autoestima superlativa. Recientemente gracias al voto electrónico de sus seguidores y admiradores (que no son pocos), ha sido proclamado como el mejor poeta de Puno.

Aunque JLVG habla de un supuesto poemario que habría visto la luz en 1996 (y dizque ahora borrado completamente del mapa por su arrepentido autor), sólo dos de su autoría han llegado hasta nosotros: Ojos de Cisne/ Voz de Caracol (OC-VC) y Gitana (G), ambos publicados este año.

Por un momento creímos que los poetas de fin de siglo lo habían acogido (aunque a regañadientes) en la destartalada hamaca de su generación. Y tal vez fue así porque incluso llegó a alternar con ellos en más de un recital. Sin embargo, no hace mucho la pluma de Luis Pacho lo desalojó tácitamente del grupo, encasillándolo en una embrionaria (¿fetal?) generación del post -2000. Haciendo gala del oportunismo más desfachatado JLVG, se defendió amparando su derecho en el (auto) vituperado y nulo poemario del 96. Pues claro, su refulgente estro oquendiano no puede convivir con ese rosario de payasadas poéticas, con esos versos ramplones e insipientes cometidos por la novísima generación. No importa que algunos de sus émulos militen en ella, su ego no puede tolerar tamaña injuria.

DOS

Uno de los titanes de la edad de oro de las letras puneñas es, qué duda cabe, Gamaliel Churata. Ahora que atravesamos el inagotable desierto de la edad de piedra (pródiga en pigmeos picapedreros), JLVG pregona de selva a cordillera, de mar a sierra su condición de nuevo “iluminado”. Y su comedia simiesca no se acaba ahí. Como se sabe, Churata ha enhebrado en su Pez de Oro una mítica comparsa animalesca, cuya presencia se justifica por cuanto sus personajes (el puma de oro, el pez de oro, suchis, humantos, wikhuñas, Thumos y otros perros, bacterias, etc.) constituyen “símbolos zoóticos del corazón del hombre”. Con análogas intenciones pero con resultados subalternos, JLVG ha convertido su poesía (OC-VC / G) en un zoológico estrafalario, donde dándoselas de Noé delirante, ha encerrado a cisnes, caracoles, mariposas, orugas, arañas, hormigas, luciérnagas, peces, cigarras, gallos , conejos, libélulas, batracios, pájaros, etc. Esta interminable lista de alimañas pareciera no representar otra cosa que una irrisoria versión de los demonios internos del autor. (Nos sugiere además la imagen de un JLVG fungiendo de avicultor, piscicultor, granjero o entomólogo.) Pero estas alegres dilucidaciones pierden su carga cómica cuando cobramos conciencia del extraño régimen al que están sometidas estas deplorables criaturas. Esto nos obliga a descartar la inofensiva imagen del corral y nos acerca más a la de un bárbaro matadero.

Más exactamente se trata de un siniestro laboratorio, edificado sobre las ascuas del infierno y regentado por un diabólico Sergio Voronoff. Este desalmado (JLVG) somete a su patética tropa de conejillos a las más oprobiosas manipulaciones que la Sociedad Defensora de Animales no dudaría en adoptarlo como su villano prototípico. Veamos por qué.

TRES

Primero se ensaña con los caracoles. Un frágil caracol es descascarado por las garras de un cisne: “un cisne baila en el caparazón de un caracol” (OC-VC). Más allá, otros de su especie son mutilados a picotazos por un ave rapaz: “un pajarillo travieso picotea a los caracoles” (OC-VC). A unos pasos, otro se arrastra con los ojos arrancados: “un caracol se ha perdido en la espesura de la noche” (OC-VC). El pobre, en su agonía, “no repara en el camino que la luna ha trazado y quiere besar al sol antes de morir” (OC-VC).

Después arremete contra las mariposas. “Al igual que tú, tengo una mariposa en mis manos” (G). Empieza anulando la identidad de su víctima: “recuerda no eres una mariposa” (G). La pobrecita, en su pugna por liberarse de la tortura digital, “va perdiendo sus plumas en cada aleteo” (G). Presenciando el horrendo espectáculo, sus compañeras sufren una crisis regresiva: “las mariposas escandalizadas quieren ser orugas” (OC-VC). Entonces el torturador la emprende contra todas, exterminándolas despiadadamente, y luego, en los linderos del clímax, grita como un demente su proeza inaudita: “¡Mil mariposas han muerto!” (OC-VC).

Una exhausta luciérnaga sirve de alimento a un arácnido que previamente tuvo que soportar un dilatado ayuno: “Una luciérnaga carga tu nombre y la devora una araña hambrienta” (OC-VC). Otra, tras ser sometida a un bárbaro suplicio, pierde la vista y la razón:”una luciérnaga ciega que cree que es una rana” (G).

Estas manipulaciones atroces también enloquecen a los peces: “un pez duerme y te sueña danzando con un lirio” (G), “los peces escriben tu nombre en las nubes dibujadas por un lirio” (G), “un pez payaso besa a la mar en la imaginación de un lirio soñador” (OC-VC). Lo mismo ocurre con un pobre gallo que “canta e imita a una rosa” (G). Tal parece que el depravado manipulador los alienó hasta hacerles creer que pertenecían al reino vegetal.

Pero el éxtasis bestial se produce con un aberrante experimento (OC-VC): “Una oruga lleva en su vientre a un cisne” --se desconoce cómo se produjo este inenarrable embarazo: ¿inseminación?, ¿violación?-- “el cisne al nacer pone un huevo” --seguramente la precocidad-- “y sale un caracol travieso que dibuja tu rostro en la luna” --¿se obligó a un cisne a aparearse con un caracol?, ¿tal vez el vientre de la oruga era el arca de Noé?

CUATRO
No hay duda, la ciencia del doctor JLVG es de un salvajismo infinito, el resultado: un auténtico holocausto en honor a su egolatría. Esas tristes alimañas son los símbolos zoóticos de un cerebro desquiciado. La mente de JLVG es una maquinaria del sadismo más refinado. Su poesía es la radiografía cifrada de esa sucursal del infierno.

He ahí el bestiario del doctor. El inventario podría ser enriquecido provechosamente agregando a sus alumnitos, amigos, discípulos, devotos, camaradas, compinches, apologistas, secuaces, feligreses, guardaespaldas, porristas, cómplices, amantes, bufones, etc., etc. Pero como se trata de tan sólo una zoología poética (la suya), es mejor dejar a este ultimo muestrario de fauna doctoral en paz.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

martes, 11 de diciembre de 2007

La estupidez

Dedicado a los escritorcillos de Puno que se refugian en el insulto.

Escribe El Loco Ayma

Estupidez, imbecilidad, cretinismo, idiotez, tontería… Son varias las palabras que designan ese fenómeno tan omnipresente como de evanescente definición. Muchos de quienes se dedicaron al tema, acabaron confesando que el mismo se les escapaba, como lo hizo Robert Musil en su famoso ensayo de 1937: “Ignoro lo que ella es, no he descubierto una teoría de la estupidez con la cual tratar de salvar el mundo”. La traducción castellana de su conferencia es “Sobre la tontería” (en “Ensayos y Conferencias”, Visor 1978), pero, matices van, matices vienen, es mejor llamar estupidez o imbecilidad al fenómeno que nos ocupa o, lo que es más, por el que somos ocupados. Es que el término de tontería, más simple, puede referirse simplemente a la simpleza, a la falta de inteligencia, mientras que la estupidez y la imbecilidad pueden ser astutas, campear en escenarios reputados por sabidos. En todo caso, quizá no habría que creer que la esencia de la estupidez, siempre peligrosa, radique sobre todo en ser el contrario de la inteligencia. Ya lo dijo Gilles Deleuze: “La estupidez no es un error, ni un tejido de errores. Se conocen pensamientos imbéciles, discursos imbéciles, hechos completamente de verdades”.

Por otra parte, la medición del coeficiente de inteligencia tampoco bastaría para calificar a nadie de imbécil o de estúpido. Puede que un simple diste de ser un imbécil así como un letrado personaje, (que en Puno brillan por su presencia) lo sea rematadamente. ¿Entonces qué sería la estupidez? Como se decía al principio, el solo definirla ya puede resultar enormemente complejo. Definirla, en efecto, puede ser difícil, a la par que es muy visible, cargosa, insistentemente visible y audible, dueña de discursos y de actos, aplaudida y ensalzada. Está a flor de piel del tejido social. Para verla en vivo y en directo, por ejemplo, basta con abrir este blog para apreciar el de los escritorcillos puneños. Pero no sólo aquí.

Es omnipresente, por doquier visible y audible, en efecto, ya que justamente, lo propio de la estupidez es que ésta se afana y se ufana incansablemente. Lo apuntaba Clément Rosset en Lo real: “La estupidez es de naturaleza intervencionista: no consiste en descifrar mal o no hacerlo, sino en emitir continuamente. Ella habla, no deja de añadir. La no inteligencia padece, la estupidez actúa: siempre lleva la iniciativa. La no inteligencia no es más que un rechazo, o más bien una imposibilidad de participación; la estupidez se manifiesta, más bien, por un compromiso perpetuo.” De ahí, pues, que no sería raro que pueda proclamarse a la estupidez (como lo hizo Raymond Aron) como un verdadero “motor de la historia”.

La tierra ya estaba, seguramente, bien preparada para que los frutos de la imbecilidad retoñen gloriosamente. El problema, a todo esto, es que no se ve qué, cuándo o cómo se le pondrá coto a semejante imperio. Ya decía Schiller que, contra la estupidez, “los mismos dioses se esfuerzan en vano”. Con lo cual, simplemente, lo tenemos muy mal.

Las ideas recibidas de Flaubert
Flaubert fue siempre uno de los mayores adalides que se conocen en la lucha infatigable, y a la postre inútil, contra la estupidez. Bouvard y Pécuchet es al mismo tiempo una investigación, una burla o descripción de los arcanos en que se origina. Complementándolos está el “Diccionario de ideas recibidas”. Éste no se parece en nada al “Diccionario del diablo” de Ambrose Bierce o a los aforismo, llamémoslos así, de H.L. Mencken. Estos dos últimos, en cierto sentido, son más efectivos que Flaubert en su destrucción de las ideas estúpidas y destilan veneno en deliciosos caudales. El caso de las “ideas recibidas” de Flaubert oscila entre el humor y el chiste escondido. Tanto se hace la burla de lo que se suele o debe decirse de tal palabra o concepto como puede limitarse casi a reproducirlo. En algunos casos con esta arma de apariencia tan banal, es capaz de hacer saltar una palabra, una idea. Así, por ejemplo, de la palabra duraznos: “este año aún no los tendremos”. Sublevado laconismo, irrisión y distancia.
Aquí siguen algunos ejemplos de su diccionario.

ACADEMIA FRANCESA.- denigrarla pero tratar, si se puede, de formar parte de ella.

AQUILES.- Añadir “el de los pies ligeros”, lo que hace creer que se ha leído a Homero.

AFFAIRES.- Están delante de todo. Una mujer debe evitar hablar de los suyos. Son lo más importante que hay en la vida. Todo está en ellos.

ARTE.- Conduce al hospital. Para qué sirve, cuando se lo puede reemplazar por la mecánica, que lo hace mejor y más rápido.

BARBA.- Signo de fuerza. Demasiada barba hace caer los cabellos. Es útil para proteger la corbata.

BESTIAS.- ¡Ah si las bestias podrían hablar! Que las hay mucho más inteligentes que los hombres.

CALVICIE.- Siempre precoz, es causada por los excesos de juventud o la concepción de grandes pensamientos.

CANDOR.- Siempre adorable. Se está lleno de él o no se lo tiene en absoluto.

CELEBRIDAD.- Las celebridades: hay que inquietarse hasta del menor detalle de sus vidas para poder denigrarlas.

CÍRCULO.- Siempre se dice: formar parte de un círculo.

CAMELLO.- Tiene dos jorobas y el dromedario una sola. O bien el dromedario tiene una joroba y el dromedario dos (uno se lía).

CHATEAUBRIAND.- Conocido sobre todo por el asado que lleva su nombre.

COITO, COPULACIÓN.- Palabras que hay que evitar. Debe decirse: “Tenían relaciones.”

CONCILIACIÓN.- Predicarla siempre, incluso cuando los contrarios son absolutos.

CONCUPISCENCIA.- Palabra de cura para expresar los deseos carnales.

DEGENERACIÓN.- Causa de todas las enfermedades de los solteros.

DEBERES.- exigirlos de parte de los otros, uno mismo pasar de ellos. Los otros los tienen hacia uno, pero no uno hacia los otros.

ESPÍA.- Sólo se la menciona hablando de monumentos.

EXTINCIÓN.- Sólo se la emplea con pauperismo.

FATALIDAD.- Palabra exclusivamente romántica. Se dice hombre fatal del que tiene mal de ojo.

CERRADO.- Siempre precedido de herméticamente.

FUERZA.- Siempre hercúlea. La fuerza prima sobre el derecho (Bismarck).

GUANTES.- Dan el aspecto de cómo debe ser.

GOLONDRINA.- Nunca llamarlas sino mensajeras de la primavera. Como no se sabe de dónde viene, se dice que llegan “de los bordes de lontananza”.

HORIZONTES.- Encontrar bellos los de la naturaleza y ominosos los de la política.

IDEAL.- Completamente inútil.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Declaración

Con el ceño endurecido,
desafío fríamente
los mil dedos
que me señalan.
Humillando la frente,
cual manso buey,
sirvo gustoso a la Literatura.